Durante toda mi adolescencia siempre pensé en que a esta edad, 31 años, sería una profesionista existosa, o bueno, por lo menos sería jefa de alguien o en el mejor de los casos sólo de mi misma.
Nadie te explica cómo tomar decisiones y hacerte responsable de ellas, aceptarlas con todo el compromiso que conllevan y sobre todo llevarlas al cabo.
Mucho menos nadie te explica cómo ser esposa. En estos tiempos en que todo pasa tan rápido y que en un abrir y cerrar de ojos no puedes darte cuenta de lo que pasa a tu alrededor está obligada a pensar rápido, a tomar decisiones cada minuto, a ser esposa, amante, amiga y madre... pero nunca tú misma.
Antes de conocer a quien ahora es mi querido y amado esposo todo era totalmente distinto ahora. Y no simplemente porque actualmente tengo compañía en mi cama y sexo seguro cuando yo lo desee, sino porque me sentía libre, sin obligaciones ni responsabilidades y mucho menos sin temor a ser yo misma.
Llevo ya casi 10 meses sin trabajar. No, Esteban sería incapaz de pedirme que dejara el trabajo. A veces me pongo a pensar por qué decidí dejar de hacerlo, quizá ahora ya tendríamos suficiente dinero ahorrado para comprarnos nuestro "nidito de amor"... Esa decisión la tomé yo, y no es hasta ahora cuando me veo obligada a hacerme responsable de ella.
Todos los días sigo la misma rutina. Me levanto, me baño, me arreglo (a veces no sé ni para qué pues ni siquiera salgo de casa), hago el desayuno, presiono a Esteban para que se levante, desayunamos juntos, él se va a trabajar y yo me quedo con varias opciones como: lavar ropa, trastes, arreglar la casa, levantar el tiradero, hacer de comer o simplemente salir a hacer compras.
Grandiosa idea la mía de casarme! Muchas veces lo he pensado, es cierto. Pero quizá si no lo estuviera no tendría la maravillosa compañía de Esteban quien es, por mucho, más de lo que podría haber deseado como esposo.
Por momentos me siento triste por no trabajar, aunque generalmente esas ideas un poco locas se van de mi mente de inmediato.
Por un instante llegué a pensar que lo que requería era mantenerme ocupada todo el día para dejar de pensar en aquello que no hago y seguramente nunca haré. Pero no, no se trata de buscar "algo qué hacer" sólo por hacerlo. Es más complicado que eso.
Mis amigas no están disponibles porque una vive en otro estado y el resto trabaja o tiene esposo e hijos, entonces siempre es imposible coincidir con alguna de ellas y por lo menos mantenerme ocupada en ello.
Intenté tomar cursos de repostería. Después de 5 meses de casados me di cuenta que me encanta hacer galletas y pasteles, postres en general. No es una idea nueva, en realidad siempre me ha gustado pero nunca lo había hecho tan seguido como ahora. Aún recuerdo que mientras trabajaba en el periódico Reforma, mientras no tenía nada qué hacer me ponía a buscar recetas, copiarlas e intentar hacerlas en cuanto llegara a casa, ja!
Después se me metió la idea de estudiar una maestría. Quizá así no me sentiría tan inútil en cuanto a mi profesión. Muchas veces lo he intentado pero la excusa al final siempre es la misma: no nos alcanza el dinero.
Y lo mismo sucedió con algunos seminarios y talleres de temas que siempre me han parecido interesantes. Pero no, nada de eso he hecho.
Quizá en estos momentos de mi vida sólo estoy dejando que el tiempo siga su curso y me lleve consigo. Soy un barco más en ese gran río llamado vida que sólo se deja llevar por el ir y venir de sus olas.
Me deprimo. Me doy lástima.
No se supone que el compartir tu vida con la persona que más amas debe impulsarte a tomar caminos que podrían recorrer juntos? Siento que dependo cada día más de él. Si planea ir a un lado antes del trabajo me invita a que vaya con él. A veces es lo único diferente que hago de mi día hecho. Qué patética soy.
Tomar las riendas de mi propia vida es quizá lo más idóneo para hacer ahora... pero cómo? Me siento perdida, como si tuviera esa depresión "post-parto" pero que deberíamos llamar "depresión post-matrimonio".
Me hubiera gustado ser como aquellas personas que desde chiquitos saben cuál es su pasión en la vida y hacen hasta lo imposible por llevarlo a cabo... y no, ahora me doy cuenta que no tengo alguna pasión. A pesar de mis intentos por buscarla, no la encuentro.
¿Por qué te has ido así tan de repente y dejándome sin aliento?
Definitivamente el matrimonio ha cambiado mi vida y justo hoy fue uno de esos días diferentes y al ir en el automóvil sólo pensaba: Quizá no tenga sentido nada de lo que hago. Quizá no tenga sentido ni siquiera ser yo misma. Quizá no tenga sentido ni respirar...