martes, agosto 16, 2011

Carta para Ángel

Hace un momento que leí una hermosa carta... esa carta no la escribí yo, por supuesto, sino mi amiga Araceli, y no, tampoco era para mi.

Ángel es el nombre de esa persona tan afortunada de recibir esa carta, y debo confesar que son precisamente ellas quienes me regresan a este sitio tan abandonado... esa inspiración que necesitaba, justo llega con esa carta.

Mi yerno, como le digo, cumple hoy 2 años de edad; es 6 meses más grande que mi Emilia, pero en esencia son los mismos... niños al fin! Les encanta explorar, escalar, brincar, gritar, reir, cantar, y claro, desesperar a sus madres.

Y esa carta entre ellos me hace sentir tan identificada... Hace un poco más de 18 meses yo comencé a compartir mis sentimientos con Emilia; todos los días, sin importar qué suceda, ella tiene una carta por leer. Sí, no puede hacerlo ahora, pero sé que cuando esté grande lo hará y se dará cuenta, si es que ya no estoy, de cuán amada es; y claro! También cuántas veces me llego a desesperar por no poder comprenderla.

Son cartas que sólo guardo para ella, que escribo no para sentirme bien conmigo misma, sino para que sepa cómo es su madre.

Buena o mala, soy su madre. No hay madres perfectas, todas tenemos nuestros momentos de desesperación, de felicidad, de coraje, de envidia, de enojo... con más defectos que virtudes, porque además de madres, somos mujeres y seres humanos.

No somos máquinas diseñadas para no sentir; al contrario, somos seres que día a día nos volvemos más vulnerables y más sensibles ante la vida que crece ante nuestros ojos.

Y sí, irónicamente, la mayoría de las mamás siempre buscamos que nuestros hijos piensen que somos las mejores mamás del mundo.

Quizá es una responsabilidad a la que muchas de nosotras no estamos preparadas, pero que día a día sacamos el valor para que nuestros hijos se sientan orgullosos.

Etiquetar a las personas nunca me ha gustado, así que el concepto de buena o mala madre está desgastado para mi.

Tal vez seamos un poco de ambas... y no está mal!! Siempre he pensado en que si eres una buena persona, entonces eso es lo que enseñarás a los demás, incluídos tus hijos, a que sean la mejor versión de ti.

Estoy segura que Ángel y Emilia serán excelentes personas, porque sus madres lo son. Además que son niños muy deseados, esperados con tanto anhelo y criados con tanto amor.

Para mi, los hijos son como la comida... si preparas algo con amor, sabrá muy rico y enamorará a los demás; igual con los hijos... si los crías con amor, serán buenas personas, llenas de amor capaces de atraer sólo bienestar y felicidad a sus vidas y a las vidas de quienes los rodean.

Sé que faltan muchos años para comprobarlo... pero sólo me basta conocer a Ara para saber cómo será Ángel.

Nadie te enseña a ser mamá, eso es algo tan maravilloso que sólo puedes experimentar hasta que lo eres, y cuando eso sucede, todo vale la pena.

Ahora Emilia demanda mi tiempo, así que dejaré la reflexión para después.