miércoles, noviembre 18, 2009

Lecciones

Hace ya mucho tiempo que no escribo nada. Quizá ya no creía en nada, a pesar de tener a alguien dentro de mi que me hace creer, día a día, en que todo es posible, incluso ella misma: Mi Emilia.
La vida no ha sido nada fácil en los últimos meses. Entre peleas todo el tiempo con todo el mundo, me hace pensar que soy intolerable... y recuerdo que apenas dos años atrás lo único que podía decir era que no podía parar de reir. ¿Cómo puede cambiar la vida así de repente?
Hay cosas que definitivamente nunca entenderé, pero quizá de eso se trata, no de entenderlas, sino de vivirlas... y por más que pienso, lo único que realmente vale la pena en estos momentos de mi vida son mi cría, mi Esteban y mi familia quien siempre ha estado ahí.
¿Por qué la gente es mala? Eso es algo de lo que nunca entenderé... nunca.
Después de las costillas rotas, del esguince cervical, de la preocupación por el bienestar de mi Emilia, el auto no termina de quedar. Hemos peleado con todo mundo de la aseguradora... y tal parece que apenas se resuelve, pero ya no creo nada. En eso me he convertido ahora, en la mujer que ya no cree en nada.
Lo único que me mantiene es Esteban... quien en ningún momento deja de confiar en mi, de apoyarme, de ser mi soporte cuando estoy a punto de caer. No pude encontrar a mejor hombre en mi vida, estoy completamente segura.
He tenido que viajar en metro y metrobús exhibiendo mi gran panza que, en serio, cansa, pero que sólo provoca que la gente me voltee a ver, pero ninguna se levante de su asiento.
¿De qué estamos hechos? ¿De indiferencia? ¿Será verdad eso de que hay gente que tiene el corazón de piedra?
Gracias a Dios estas situaciones me duelen, lo que demuestra que tengo un corazón de verdad... Hay tantas cosas por aprender en esta vida, que por más difícil que parezca, sólo se trata de abrir un poco el corazón para darnos cuenta de cuáles son.
El domingo pasado mientras veíamos cómo levantaban un globo aerostático en Coyoacán vi a mis ex compañeros de trabajo ir tras el secretario de Turismo, tras el Delegado... se me apachurró el corazón cuando me dijeron: "ven, córrele que se nos va". Para aplacar mi tristeza me senté en una banquita y una señora con una carreola se sentó a mi lado. Tenía una hermosa bebita de 3 meses quien me miraba y sonreía.
Su mamá comenzó a platicar conmigo sobre el embarazo, los bebés, los hijos... y entonces entendí lo que tenía que aprender ese día; que este es mi momento para ser madre, esposa y amiga. El momento más importante para cualquier mujer y por el cual yo decidí. El otro, el de profesionista puede esperar un tiempo... aunque también sé que no tanto.