viernes, septiembre 02, 2011

Amor y paciencia

"Déjame, que me mate", fueron las palabras de una niña no mayor a 13 años con quien me topé hoy por la tarde. A su lado, su mamá le pedía que por favor se moviera, pues el coche que tenía enfrente le rozaba sus rodillas.

Ignoro qué pudo ocasionarle un dolor para que quisiera que la atropellaran, pero me sorprendió ver algo así; no porque no pueda manejarlo, sino porque empujaba una carreola.

Con mi miedo por la cultura del enojo en este país, donde por cualquier cosa hasta niños más pequeños que ella sacan una pistola y matan a cualquiera, decidí seguir mi camino. Pero alcancé a escuchar las súplicas de la madre y los gritos de la pequeña. Ésta le pedía el celular a su mamá, quien le decía "todos te están viendo, por favor, muévete".

La conductora del jeep negro; otra adolescente, un poco mayor que ella, aproximadamente de 16 años, sin gestos ni muecas sólo la miraba. Y no, en su necedad decidió tampoco moverse.

Aun cuando los minutos corrían deprisa, entre el inicio de la discusión y el final, parecían eternos.

La madre, una señora de complexión redonda, baja de estatura y tez morena, seguía a la muchacha cuando finalmente decidió moverse. Y sí, fueron a parar justo a mi lado.

Desde que pudimos cruzar la calle, yo con la carreola y ella con mochila en la espalda, apresuró el paso, motivo que no permitió a su madre cruzar al mismo tiempo que ella. Sólo alcanzó a decirle: "tú escogiste quedarte con ella".

En el trayecto que ambas compartimos, de aproximadamente 5 minutos; la adolescente no volteó, ni una sola vez, para percatarse si su madre estaba detrás de ella.

Justo unas cuadras más adelante nos separamos, pero mis pensamientos acerca de la situación me acompañaron hasta ahora.

Pensé en decirle que no le hablar de esa forma a su madre, que después se arrepentiría pues ni siquiera se dio cuenta si ella estaba bien, pues no volteó a buscarla... no, no lo hice; y explicaré por qué.

Cuando tenía su edad yo también hice eso, gritarle a mi madre. En ese momento no lo piensas, sólo sientes el coraje y la desesperación por sacarlo con quien sea. Y generalmente la única, única persona que siempre aguantará todo, es la madre.

Vino a mi cabeza también pensar en Emilia, en cuando ella crezca y en la posibilidad de que ella se comporte como esa adolescente. ¿Qué voy a hacer cuando algo así suceda?

No lo sé; me da miedo, pero estoy segura que no soy tan paciente como esa señora. Suena fácil decir que uno no le soportaría esas cosas a un hijo, porque yo también lo he criticado, pero estoy segura que cuando pase será un gran shock para mi.

Ahora, que mi hija aún tiene 19 meses de edad, y que apenas comienza a entender el por qué de las cosas, tiene actitudes que me desconciertan, que me duelen, pero que soporto porque la amo incondicionalmente, sólo y exclusivamente como una madre puede hacerlo.

Pero hasta dónde puede aguantar una madre? Espero que la respuesta sea que no tienes que soportar nada, pues los hijos deben amar de la misma forma a sus madres. Sé que estoy equivocada, que no hay verdades absolutas, pero sé que también tengo mucho trabajo qué hacer para que algo como lo que vi hoy no suceda con mi hija.

Amor, paciencia, amor y paciencia. Sólo eso.

martes, agosto 16, 2011

Carta para Ángel

Hace un momento que leí una hermosa carta... esa carta no la escribí yo, por supuesto, sino mi amiga Araceli, y no, tampoco era para mi.

Ángel es el nombre de esa persona tan afortunada de recibir esa carta, y debo confesar que son precisamente ellas quienes me regresan a este sitio tan abandonado... esa inspiración que necesitaba, justo llega con esa carta.

Mi yerno, como le digo, cumple hoy 2 años de edad; es 6 meses más grande que mi Emilia, pero en esencia son los mismos... niños al fin! Les encanta explorar, escalar, brincar, gritar, reir, cantar, y claro, desesperar a sus madres.

Y esa carta entre ellos me hace sentir tan identificada... Hace un poco más de 18 meses yo comencé a compartir mis sentimientos con Emilia; todos los días, sin importar qué suceda, ella tiene una carta por leer. Sí, no puede hacerlo ahora, pero sé que cuando esté grande lo hará y se dará cuenta, si es que ya no estoy, de cuán amada es; y claro! También cuántas veces me llego a desesperar por no poder comprenderla.

Son cartas que sólo guardo para ella, que escribo no para sentirme bien conmigo misma, sino para que sepa cómo es su madre.

Buena o mala, soy su madre. No hay madres perfectas, todas tenemos nuestros momentos de desesperación, de felicidad, de coraje, de envidia, de enojo... con más defectos que virtudes, porque además de madres, somos mujeres y seres humanos.

No somos máquinas diseñadas para no sentir; al contrario, somos seres que día a día nos volvemos más vulnerables y más sensibles ante la vida que crece ante nuestros ojos.

Y sí, irónicamente, la mayoría de las mamás siempre buscamos que nuestros hijos piensen que somos las mejores mamás del mundo.

Quizá es una responsabilidad a la que muchas de nosotras no estamos preparadas, pero que día a día sacamos el valor para que nuestros hijos se sientan orgullosos.

Etiquetar a las personas nunca me ha gustado, así que el concepto de buena o mala madre está desgastado para mi.

Tal vez seamos un poco de ambas... y no está mal!! Siempre he pensado en que si eres una buena persona, entonces eso es lo que enseñarás a los demás, incluídos tus hijos, a que sean la mejor versión de ti.

Estoy segura que Ángel y Emilia serán excelentes personas, porque sus madres lo son. Además que son niños muy deseados, esperados con tanto anhelo y criados con tanto amor.

Para mi, los hijos son como la comida... si preparas algo con amor, sabrá muy rico y enamorará a los demás; igual con los hijos... si los crías con amor, serán buenas personas, llenas de amor capaces de atraer sólo bienestar y felicidad a sus vidas y a las vidas de quienes los rodean.

Sé que faltan muchos años para comprobarlo... pero sólo me basta conocer a Ara para saber cómo será Ángel.

Nadie te enseña a ser mamá, eso es algo tan maravilloso que sólo puedes experimentar hasta que lo eres, y cuando eso sucede, todo vale la pena.

Ahora Emilia demanda mi tiempo, así que dejaré la reflexión para después.

martes, junio 21, 2011

Calor!!!!

El calor es normal en esta zona. Que sean las 8 de la noche y el sol sigue en su punto es cosa de todos los días.

Eso ya no es sorpresa, más que para quienes son nuevos en la zona; como yo.

El termómetro marca 32ºC... no, no fue lo máximo durante el día, pues llegamos a 35ºC a las 2 de la tarde.

Lo curioso es que hay un mar hermoso a tan sólo 20 minutos de aquí y todo el que puede lo visita... lo curioso es que no puedes meterte a nadar sin morirte de frío. Sí, el agua es HELADA!

Qué contraste no? Porque el sol quema cuando estás debajo de él, pero al mar ni siquiera lo calienta.

Aún faltan 10ºC para llegar al máximo histórico de la Ciudad que, espero, no pase pronto!! Emilia duerme sin ropa y yo, aprovecharé para ducharme por segunda vez durante el día.