Ignoro qué pudo ocasionarle un dolor para que quisiera que la atropellaran, pero me sorprendió ver algo así; no porque no pueda manejarlo, sino porque empujaba una carreola.
Con mi miedo por la cultura del enojo en este país, donde por cualquier cosa hasta niños más pequeños que ella sacan una pistola y matan a cualquiera, decidí seguir mi camino. Pero alcancé a escuchar las súplicas de la madre y los gritos de la pequeña. Ésta le pedía el celular a su mamá, quien le decía "todos te están viendo, por favor, muévete".
La conductora del jeep negro; otra adolescente, un poco mayor que ella, aproximadamente de 16 años, sin gestos ni muecas sólo la miraba. Y no, en su necedad decidió tampoco moverse.
Aun cuando los minutos corrían deprisa, entre el inicio de la discusión y el final, parecían eternos.
La madre, una señora de complexión redonda, baja de estatura y tez morena, seguía a la muchacha cuando finalmente decidió moverse. Y sí, fueron a parar justo a mi lado.
Desde que pudimos cruzar la calle, yo con la carreola y ella con mochila en la espalda, apresuró el paso, motivo que no permitió a su madre cruzar al mismo tiempo que ella. Sólo alcanzó a decirle: "tú escogiste quedarte con ella".
En el trayecto que ambas compartimos, de aproximadamente 5 minutos; la adolescente no volteó, ni una sola vez, para percatarse si su madre estaba detrás de ella.
Justo unas cuadras más adelante nos separamos, pero mis pensamientos acerca de la situación me acompañaron hasta ahora.
Pensé en decirle que no le hablar de esa forma a su madre, que después se arrepentiría pues ni siquiera se dio cuenta si ella estaba bien, pues no volteó a buscarla... no, no lo hice; y explicaré por qué.
Cuando tenía su edad yo también hice eso, gritarle a mi madre. En ese momento no lo piensas, sólo sientes el coraje y la desesperación por sacarlo con quien sea. Y generalmente la única, única persona que siempre aguantará todo, es la madre.
Vino a mi cabeza también pensar en Emilia, en cuando ella crezca y en la posibilidad de que ella se comporte como esa adolescente. ¿Qué voy a hacer cuando algo así suceda?
No lo sé; me da miedo, pero estoy segura que no soy tan paciente como esa señora. Suena fácil decir que uno no le soportaría esas cosas a un hijo, porque yo también lo he criticado, pero estoy segura que cuando pase será un gran shock para mi.
Ahora, que mi hija aún tiene 19 meses de edad, y que apenas comienza a entender el por qué de las cosas, tiene actitudes que me desconciertan, que me duelen, pero que soporto porque la amo incondicionalmente, sólo y exclusivamente como una madre puede hacerlo.
Pero hasta dónde puede aguantar una madre? Espero que la respuesta sea que no tienes que soportar nada, pues los hijos deben amar de la misma forma a sus madres. Sé que estoy equivocada, que no hay verdades absolutas, pero sé que también tengo mucho trabajo qué hacer para que algo como lo que vi hoy no suceda con mi hija.
Amor, paciencia, amor y paciencia. Sólo eso.