Quiero compartir algo que sucedió con mi hija Emilia hace un par de semanas. De la noche a la mañana comenzó a hacer popó con sangre.
Obvio me espanté, a ningún papá le gusta ver que su hijo de 2 meses haga de esa manera.
Como era de esperarse, recurrí con su pediatra a quien le expliqué que además no quería comer, por lo que indicó darle de tomar en intervalos de 15 minutos 1 onza de suero Pedialite.
Sin embargo, Emilia continuaba haciendo popó con sangre. Se lo reiteré varias veces a su pediatra quien recomendó hacerle un par de estudios. Uno, el de rotavirus, y otro, el de ADN. Cuando mi esposo preguntó el costo de éstos nos dimos cuenta que el doctor en cuestión sólo quería "salir" del problema enviándonos a hacerle estudios muy caros, pues uno salía en 600 y el otro en 10 mil pesos.
Era domingo y nos sorprendimos al ver que ningún laboratorio abría, por lo que tuvimos que recurrir al laboratorio de un hospital. Le pidieron llevar la muestra de la popó con sangre en un recipiente estéril para hacer el estudio de rotavirus. Y es que primero nos dijeron que lleváramos el pañal, pero después que mejor en un recipiente. Es importante decirles que la muestra que tomen no debe permanecer sin ser examinada por más de 1 hora, pues de lo contrario no sirve y debe volver a tomarse.
Emilia nunca se deshidrató, pero estuve leyendo en internet de casos en los que los bebés que hacen popó con sangre se deshidratan con mucha rapidez. Y por lo que nos comentó su nuevo pediatra, hay bebés que en menos de 8 horas mueren por no ser atendidos correctamente.
Los resultados del examen de rotavirus lo entregaron en el mismo instante y resultaron negativos, por lo que las opciones de qué tendría se fueron reduciendo. Mi esposo y yo decidimos no hacerle el estudio más caro y mejor pedir una segunda opinión luego que el pediatra dejó de contestarnos el teléfono.
Al día siguiente, lunes, busqué un nuevo doctor quien al ver a Emilia dijo: "se ve muy bien", pero le mostramos una fotografía que había tomado con mi celular del último pañal de la bebé, en el cual estaba repleto de popó con sangre, y cambió de parecer.
En ese mismo instante dijo que no se la iba a jugar a investigar si era una bacteria (pues el virus ya estaba descartado), que en ese mismo momento fuéramos a comprar la medicina para que la inyectaran y comenzara a hacer efecto.
Así lo hicimos, compramos el medicamento y la inyectaron. Emilia ni lloró de tan enferma que estaba. También pidió hacerle más exámenes los cuales se los hicieron en el mismo hospital.
Dijo que había que descartar primero que Emilia no tuviera alguna bacteria, o que fuera alérgica a la proteína leche y en última instancia verificar si no tenía algún problema con su intestino; pero que mientras eran peras o manzanas, que la inyectaran para evitar que le diera asepsia, es decir, que en caso de que tuviera alguna bacteria en su intestino se propagara a la sangre.
Además de eso, le recetó otro antibiótico y que siguiéramos dándole suero.
Algo muy importante que dijo fue que lo único que mantenía a Emilia muy bien físicamente era que es amamantada. Dijo que mi leche la tenía estable; y ahí comprendí la importancia de darle pecho a los bebés. ES súper importante, pues según el doctor, Emilia tenía anticuerpos gracias a ella, y por eso se defendía de esa bacteria que la infectó.
Efectivamente, los resultados de los exámanes fueron que tenía una bacteria en el intestino, la cual el doctor atacó desde el momento en que vio la fotografía de su popó con sangre.
Me recomendó seguirla alimentando y darle de complemento la fórmula Nutrilón Pepti Junior, la cual por cierto es muy cara (en la farmacia San Pablo cuesta 330 pesos y en la del Ahorro 360 pesos), pero que es muy buena para los bebés que tienen alergia a la leche.
De igual forma, que yo no consumiera ningún tipo de lácteos para evitar que recayera. Desde entonces no consumo nada de leche, queso, yogurt ni nada por el estilo, pero que ha ayudado a Emilia a reponerse bastante bien.
Al día siguiente, martes, tuvieron que inyectarle de nuevo el complemento del antibiótico, pero para el miércoles estaba mucho más repuesta, y para el jueves su popó era color mostaza como antes.
Es importante verificar que los bebés hagan correctamente para evitar ese tipo de situaciones. No basta con cambiarles el pañal, sino ver el color de su popó y hasta el olor. Según lo que explicó el doctor, los bebés que no consumen sólidos no tienen por qué hacer popó con algún olor, los pañales deben estar con popó color mostaza, semillitas (que es lo que indica que están siendo alimentados por su mamá) y sin olor.
De igual forma, verificar lo que la mamá come. Es importante tener una dieta, pues aunque parezca mentira, todo lo que nosotras consumimos, afecta al bebé.
Emilia está bastante bien ahora, pero yo procuro no consumir nada que pueda causarle incluso cólicos, nada irritante y por supuesto nada de lácteos.