martes, julio 11, 2006

La mirada hecha canción

El metro me esperaba con las puertas abiertas y no podía despreciarlo, así que inicié mi jornada como atleta. Bajé las escaleras corriendo, esquivé a un anciano que era acompañado por un chiquillo, luego a una chica "rebelde", ya saben, de esas que se creen "fashion", y finalmente a un galán... (lástima).
La mayoría de los asientos estaban ocupados, menos el mío. Sí, ése del que ya tengo reservación, el de la esquina, el solitario.
En Copilco subió una persona grande, tendría como... 70 y tantos años. Usaba saco azul marino, pantalón beige y un lindo sombrero blanco. Sí, ¡vaya combinación! Cargaba una guitarra; se veía ya gastada, incluso algunas de sus cuerdas ya no estaban en su lugar.
De repente, su mirada se cruzó con la mía y me sonrió. Le devolví la sonrisa y a partir de ahí no dejó de observarme hasta que llegó la estación donde tendría que bajarme.
Y fue así como escuché una canción. No sé siquiera si es famosa, si antes la había escuchado o si tenía letra, pero me puso contenta. Y cómo no, si por primera vez en mi vida un anciano tocó para mi una canción con su mirada... no hubo necesidad de tocar la guitarra, su mirada cantó para mi... y fue hermosa.
Bajé en Zapata y para mi sorpresa él también. Pero ya no supe qué fue de él, se perdió entre tanta gente que corría como si fueran a cobrar herencia!!
En ocasiones nos falta que alguien más nos mire para poder mirarnos. Nos devuelve la confianza en nosotros mismos, y sobre todo la fe.

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